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Domingo otra vez. Depresión “post barco” y tolerancia cero de soundtrack.
Me voy a tomar la libertad (y un vaso de leche con chocolate, porque esta noche quiero olvidar) de recurrir a uno de los recursos linguisticos más antiguos y popularsh de todos (sobre todo en la política), LA FALACIA y no sólo eso, sino que utilizaré la más común: la falacia POR GENERALIZACIÓN
"Me quiero cambiar a diseño en otra universidad", y la cara de mis padres irradió alegría
Sería lo que les diría si mi genial idea de cambiarme de carrera hubiese sido una buena noticia para mi familia, pero no nos miremos las cejas entre flaites... todos sabemos que en el 93% de los casos no lo es. Mas aun cuando estas dejando carreras ultra-tradicionales y sobrevalorada! como ingeniería (en cualquiera de sus ramas) porque ingeniería es ingenieria porque ingeniería po oie, y si te dices que te quieres ir de una universidad tradicional como cualquiera que lleve la palabra católica en su nombre a una privada... Corre antes de que te amarren a un arbol!!

Además de  la tension familiar que produce el que el hijito regalón se quiera cambiar de carrera siempre te van a llenar de preguntas estúpidas las cuales he resumido en una pequeña tipología (si! esa palabra la aprendí en una U privada) de las preguntas y comentarios mas frecuentes 


Ya que si entras a una privada eres imbécil, flojo o simplemente no te da la cabeza para entrar una "universidad  de verdad"...

”Cuando el espíritu está bajo, cuando el día aparece oscuro, cuando el trabajo se pone monótono, cuando la esperanza apenas está presente, sólo monte una bicicleta y salga a dar una vuelta por la carretera, todas sus preocupaciones desaparecerán”.  S. Colmes
    Hombres y mujeres nos decimos libre cuando ejercemos esa maldita y nueva capacidad de decir lo que queremos, de quejarnos cuando queremos y de decirle a otro sin tapujos lo que pensamos sin que importe mucho lo que el afectado nos pueda responder, porque también es libre de decir lo que quiera. Hoy así se mide la libertad.

   Pero no sólo de verborrea vivimos, no basta con que salgamos a levantar estandartes en las grandes avenidas y vociferemos candidatos o solidaricemos con alguna causa justa; no hay proyecto de ley ni sufragio truncado que de tanto sosiego al cuerpo y al alma como un buen paseo en bicicleta. El poder catártico de las dos ruedas no tiene comparación porque, más que ser una política verde, es un boleto para un viaje que de seguro te llevará a conocer tus propios rincones.

   Hoy retorno triunfalmente en una época del año en que no hay Sandías (si no entiende revise aquí :3) para hablar de una situación que afecta a un gran número de chilenas y chilenos y que, lamentablemente, aún nadie ha tomado en cuenta en la encuesta nacional de salud; ¡qué depresión post parto ni que síndrome del nido vacío!, ¡Chao con las crisis de pánico, el síndrome de Peter Pan!, ¡El estrés, las pelotas!

¡Hola! Sí, soy yo de nuevo, la que habló del pene hace un tiempo atrás.
    He vuelto y esta vez invocando uno de los tantos libros de García Márquez (que forma tiene ese hombre de escribir, dios!) Si alguien lo leyó (demás, era lectura obligatoria en la media), no sé si recordarán uno de los tantos cuentos que trae el libro, me refiero principalmente a el del sacerdote con la niñita, en donde el sacerdote se enamoró de la chica que tenía 12 años (creo, o era más chica) y luego murió la cabrita y el sacerdote... no sé, ni me acuerdo q le pasó, parece que él la mató o se había muerto por culpa de él o me estoy confundiendo con la película “El crimen del padre Amaro” jaja! No sé para qué cito libros si no los recuerdo.

   Pero bueno! El título es buenísimo, totalmente insinuante. Por eso yo, flaitemente, lo uso metiéndome por el chico los derechos de autor sólo porque  HOY HABLARÉ DE AMOR.